Nostalgias
Hoy me levanto nostálgica, empatizo con los ritmos de la naturaleza, pronto estaremos en invierno y cae una fina capa de nieve.
Por algún motivo recuerdo el principio de mi llegada aquí, mis fuerzas llegaban mermadas y cualquier esfuerzo me suponía un gran trabajo, los años vividos en la ciudad me habían hecho mella y mi ánimo y mi cuerpo ya se negaban a dar más de sí.
Al principio no podía hacer gran cosa así que me interesaba mucho conocer la historia de esta aldea, hablé mucho con la gente y todos me contaban historias, en la casa de al lado había vivido una mujer que decían que era bruja, a mí me interesó enseguida las cosas que me tenían que contar así que escuchaba ávida todo lo que me decían, eso sí, sin preguntar en exceso para no despertar desconfianzas.
Decían que aquella mujer tenía el poder de hacer que las vacas en lugar de leche dieran sangre; en una ocasión un vecino que se llevaba mal con ella vino a su casa enfurecido a reñir con ella por hacer eso a sus animales, al fin y al cabo vivían de eso y ella lo miro altiva y se metió en casa sin decir una palabra pero cuando el señor llego a su casa sus animales estaban perfectos y daban la leche normal.
Creo que desde que conocí estas historias estoy segura de que esa mujer desde alguna parte me atrajo a esta aldea y estoy convencida porque un día paseando por la playa miré al cielo y desee un cambio con toda mi alma, realmente no podía más, así que creo muy en serio que conecte con ella y me lo puso fácil para venir aquí.
Hoy necesito energía, salgo a dar un paseo veo la naturaleza a punto de entrar en un sueño profundo, me relajo cierro los ojos y todavía guardo en mi mente la imagen del camino que acabo de andar, las hojas doradas esparcidas por el suelo, algunas castañas… y el sonido del riachuelo, que siempre me saluda con su sonido cantarín, pienso en los árboles, imagino que soy un árbol, siento su pereza, estamos en luna menguante y la savia corre más lenta.
Empiezo a imaginar que una corriente recorre lentamente mis piernas y sube lenta por el resto de mi cuerpo, levanto un poco la cabeza y siento un débil rayo de sol que calienta mi cara, hace mucho frio, así que lo agradezco. Después de un rato hago el proceso al revés, siento esa misma energía desde arriba volviendo a su sitio, la tierra, y doy gracias por la experiencia y por las energías renovadas que me llevo conmigo.
Cuando llego a mi casita de piedra veo que los gatitos vienen a saludarme muy contentos. También tienen frio y muchas ganas de comer, algunos son preciosos, una extraña mezcla entre gato y lince, tiene el rabito corto y las orejas demasiado peludas.
Creo que me voy a tomar una infusión de frutos rojos y a meditar sobre todo esto.
Abrazos de luz y saludos mágicos
Isabella Luna